top of page
Buscar
Foto del escritorthepeopleschurchco

Él es, el Espíritu Santo


Antes de pasar adelante, es de conciencia recordar quién es el Espíritu Santo, desde cuando acompaña a la humanidad y su importancia en la vida del creyente.


Dicho lo primero, se procede a decir que, el Espíritu Santo es una de las personas de la trinidad, coexiste con el Padre y el Hijo desde tiempos indecibles; con atributos tales como su omnipresencia, omnipotencia, omnisciencia, su eterna Presencia y la santidad que lo lleva a ser uno con Dios. Por otro lado, su esencia le hace un ser especial, dado que posee características como inteligencia, sensibilidad, voluntad, paciencia y un infinito amor por quienes a él recurren en tiempos de soledad en aquellas noches nubladas por la crisis y la desesperación de una humanidad vacía y sin propósito aparente, a quienes, a consecuencia del amor ya nombrado con anterioridad, gime ante el Padre con dichos inimaginables para socorrer un alma y levantarla de las brumas de la concupiscencia; seguir el discurso nombrando sus características o virtudes no alcanzaría, pues las palabras se quedan cortas para describir a un ser tan increíble.

Además de lo anterior, desde la partida del Señor Jesucristo, Salvador de la Humanidad, el Espíritu Santo ha estado de tiempo completo con quienes aman al Señor; esto no quiere decir que antes de Cristo no hubiese estado presente, por el contrario, al coexistir con el Padre y el Hijo, ha estado durante la historia de la humanidad, solo que, en aquel entonces, estaba de manera “intermitente” por decirlo de alguna manera.


A consecuencia de lo dispuesto, ¿es compañía de todos los humanos el Espíritu Santo? ¿Qué actitud debe adoptar un Hijo de Dios para disfrutar de su maravillosa Presencia?

Llegados a este punto, se procede a aclarar que, el Espíritu Santo es omnipresente, por lo tanto, su manifestación es para todos los seres humanos siempre que estos anhelen la revelación de su propósito: Jesucristo y su obra; luego entonces, de igual manera a quienes obedecen la Palabra de Dios, ya que, aunque es amoroso, no es permisivo con el pecado que habita el corazón del hombre y su santidad no es compatible con la maldad de quienes no lo quieren cerca.


Dicho lo anterior, se encuentra relación entre la actitud del creyente y la Presencia del Espíritu Santo en su vida. Un creyente que quiera no sólo los dones espirituales sino verdaderamente disfrutar la Presencia de quien los otorga debe conocerlo y escucharlo; dice Job “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”[1] puede oírse la voz de alguien sin realmente escucharlo, por tal motivo, se hace necesario escuchar e interiorizar la instrucción que se brinda, el consejo e incluso la amonestación, porque esto, genera honra, lealtad y gozo, en contra posición a contristar al Espíritu, que es una de las formas en que él se aleja de un humano. Se contrista cuando se hace caso omiso a la verdad que nos revela, cuando no se obedece su instrucción e incluso cuando deliberadamente se cometen actos contrarios a su santidad.


Cabe concluir que un creyente que anhele celosamente su dulce Presencia como Él lo hace, debe tener intima comunión con él, lo cual implica escucharlo, ser sensible a su voz y como se mencionó anteriormente, anhelarlo vehementemente cuan primer amor que flechó el corazón de un enamorado sin escapatoria a la realidad de su compañía, de su dulce voz, de su tierna manifestación, de su apacible amor, de su tierno abrazo.

[1] JOB 42.5 Reina Valera 1960



Escrito por Jung, NewGen Young Adults

75 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page